Buenos días a todos y todas,
hoy quiero invitaros a que encontréis vuestro lugar y deis ese paso… para volar.
Hace ya unos cuantos años, que leí por primera vez la «parábola del águila», a día de hoy la sigo recordando con mucho cariño, pues ha conseguido darme el empuje necesario en muchos momentos.
La parábola del águila
Érase una vez, un hombre que caminaba por el bosque, encontró un aguilucho, se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Un día, un naturalista que pasaba por allí, le pregunto al propietario porque razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrado en el corral con los pollos.
Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto no es un águila.
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “ TU PERTENECES AL CIELO NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin embargo estaba confuso: no sabia qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó el águila al tejado de la casa y la animó diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, saco el águila del corral y lo llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciéndole “ERES UNA ÁGUILA Y PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS ALAS Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacia el corral y hacia arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturalista lo levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a temblar y abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante voló alejándose hacia el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió mas vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo.
Moraleja
Muchas veces nos podemos encontrar en la misma situación del águila, estamos en un corral, donde nos encontramos condicionados a lo que nos rodea, pero cuando nos damos cuenta de cual es nuestro propósito (misión), de hacia donde queremos ir (visión), debemos dejar el corral y encontrar nuestro propio lugar.
Sé que dar el primer paso es el más complicado, pero una vez pongas el primer pie, el otro le seguirá y así podrás comenzar el viaje que has soñado para hacer realidad aquello que tienes dentro y estás deseando mostrar al mundo.
Eres un águila
Así es, si te sientes como el águila, es que realmente eres un águila, por ello te invito a que abras tus alas y vueles…
Vuela… para hacer realidad tus sueños
Vuela… hacia tu felicidad
Vuela… para crecer
Vuela… para tener visión de todo lo que te rodea
Vuela… para encontrar tu camino
pero sobre todo… nunca dejes de volar.
¿Qué te ha parecido?
Ahora, te animo a que busques tu significado de la parábola.
Y recuerda: abre tus alas y vuela.
Si quieres aprender a volar, estás en el lugar indicado, te esperamos:
MK Love❤
C/ Pino Mediterráneo 7 – Sevilla
627 641 799